-Esos hijos de puta me andan buscando -decía el Dr. Tuga mientras corría con la mano las cortinas de las ventanas del living, para mirar afuera.
-Quiénes, Doctor.
-Esos.
-Me acerqué. El Dr. hacía unos movimientos con la mano.
-Los ves?
Tragué saliva.
-No, Doctor, sinceramente no los veo.
-Ahí, enfrente, en la plaza, no los ves?
El Dr. Tuga vivía frente a la plaza Almagro. Yo, de noche como era y desde enfrente, sólo distinguía difusamente las formas de las copas de los árboles, los faroles, las plantas de la plaza.
-No, Doctor -repetí-. Yo no los veo.
El Dr. se fijó en mí, de reojo y se quedó mirándome durante..., no quiero exagerar, pero creo que fue más de un minuto.
A veces, se me helaba la sangre cuando él estaba cerca.
Ahora me estaba sucediendo eso.
-No los veo, Doctor -volví a decir.
El Dr. Tuga negó con la cabeza, varias veces, y después giró sobre sí mismo y caminó en dirección a la cocina, para poner el agua para el mate.
No volvimos a hablar sobre ese asunto.
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1 comentario:
para mi el doctor tuga quiere sanarse a costa tuya.
el calla otorga.
un abrazo.
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